La Indiferencia nos está destruyendo


Jose Fernando Palacio Espejo
jose@lifeofpachamama.org

La crisis climática actual está impulsada en gran medida por las grandes corporaciones y las decisiones de los gobiernos. Es imperativo que estos actores clave asuman la responsabilidad y lideren la lucha contra el cambio climático, pues el impacto de las acciones individuales, por más valiosas que sean, no pueden transformar la magnitud de esta crisis por sí solas.


Durante décadas, términos como “calentamiento global”, “cambio climático” y “aumento de temperaturas” han sido recurrentemente mencionados en los debates sobre el estado del planeta. Estos conceptos están intrínsecamente ligados a la crisis climática actual, una crisis que hemos exacerbado desde la Revolución Industrial. La introducción del carbón durante la primera revolución industrial y del petróleo en la segunda ha disparado las emisiones de gases de efecto invernadero, como el metano y el dióxido de carbono. Estos gases, atrapados en la atmósfera, han provocado un calentamiento global sin precedentes.

Según la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), la temperatura media global ha aumentado en aproximadamente 1,36 °C respecto a los niveles preindustriales. Este incremento, más que una mera cifra, refleja una realidad palpable y alarmante que afecta a todos los rincones del planeta. El siguiente gráfico proporciona una visualización clara de este calentamiento y de sus implicaciones para nuestro medio ambiente.

Las grandes corporaciones han impulsado campañas publicitarias que han convertido a la sociedad en una consumista compulsiva, mientras diseminan desinformación. Multinacionales del petróleo como Shell y ExxonMobil, conscientes desde antes de 1990 de las consecuencias de la explotación de combustibles fósiles y de la crisis climática inminente, ocultaron esta información crucial. Sus campañas, diseñadas para sembrar escepticismo sobre el cambio climático, han logrado demorar la acción efectiva. Hoy en día, la situación persiste con empresas que, bajo la fachada de ser ambientalmente responsables, en realidad se dedican al greenwashing para atraer a los consumidores.

Este engaño corporativo contribuye a la destrucción de ecosistemas a través de la explotación de recursos naturales, la ganadería intensiva y la agricultura extensiva. Los efectos colaterales incluyen un aumento en la frecuencia y severidad de fenómenos naturales extremos—como inundaciones, sequías, heladas, incendios forestales y huracanes—y un desequilibrio ambiental global que amenaza la extinción de millones de especies, fomenta el desplazamiento de comunidades, intensifica la pobreza y agrava la desigualdad.

Es algo que ya sabemos y lo estamos viviendo en carne propia. Cada vez es más recurrente ver noticias acerca de esto, temperaturas máximas históricas, desastres naturales relacionados con el cambio climático y aunque nos pueda alarmar no cambiamos nuestro comportamiento con respecto a ello, es como si nos hubiéramos rendido como humanidad, aunque conozcamos lo que ocurre, lo sintamos y veamos, no hacemos nada en conjunto, seguimos en un status quo siendo consumistas, ignorando lo que esto conlleva.

Actualmente es riesgoso dar a conocer la problemática medioambiental en muchos lugares como Brasil o Colombia ya que las personas que deciden alzar su voz para luchar por la biodiversidad de nuestro planeta sufren de persecución política, desapariciones forzosas, secuestros y amenazas, ¿Porque sería riesgoso luchar por nuestro planeta? ¿Desde cuándo el dinero es más importante que la vida?, lastimosamente los intereses de algunas organizaciones, personas y empresas, la corrupción, no existe un cambio tangible en nuestras costumbres, en el comportamiento de las empresas y estados frente a la crisis climática, además el sistema económico en el que estamos y las prioridades de este que dejan a lo que por lo menos para mi lo que de verdad importa al final “ la preservación de los ecosistemas, la protección de quienes los protegen y luchan por ellos, la equidad y la justicia social”.

En consideración del fenómeno del cambio climático es importante reconocer la responsabilidad que recae sobre la humanidad para adaptarse a sus consecuencias adversas y esforzarse por revertirlo. En este sentido, se plantea la necesidad de modificar hábitos arraigados y emprender acciones colectivas con el fin de mitigar sus efectos perjudiciales, las comunidades pueden proponer la exploración y ejecución de iniciativas participativas, tales como el establecimiento de huertas comunitarias y la implementación de invernaderos apropiados para espacios reducidos, con el propósito de garantizar la seguridad alimentaria y soberanía alimentaria o el desarrollo e implantación de sistemas de reciclaje eficientes, así como la creación de puntos de recolección específicos destinados a materiales como aceites y bombillos, entre otros residuos, con miras a fomentar prácticas sostenibles y responsables con el medio ambiente.

Claramente los proyectos mencionados anteriormente sólo serían viables con el apoyo, inversión, articulación y planeación por parte del estado y empresas privadas para que de verdad tenga un impacto real.

No podemos negar el cambio climático, la única opción que tenemos como especie es aprender de nuestros errores, repararlos y evitar que sigan ocurriendo, aunque en realidad sea un proceso difícil, ya que los intereses políticos y económicos siguen estando a favor de la destrucción del planeta.